Galicia:
Galicia es tan célebre por sus maravillosos paisajes, verdes en sus
campos y plateados en el mar, como por sus bellísimas edificaciones que
van desde las pintorescas viviendas tradicionales hasta las más
importantes joyas monumentales. Su territorio se sitúa en el límite
noroccidental de la Península, e incluso de lo que fue el mundo conocido
hasta el descubrimiento de América, el cabo de Fisterre, donde hoy encontramos una típica villa de pescadores cuyo nombre recuerda a éste particular.
Galicia presenta un interior esencialmente montañoso y un litoral
surcado por numerosas rías, donde se deja sentir la acción moderada del
mar. Esto es lo que convierte a las Rías Baixas en el área más cálida del Norte del país. Su costa presenta grandes contrastes, entre las formas suaves de As Mariñas y los peligrosos acantilados de la Costa de la Muerte. El interior, está atravesado por numerosos ríos, aspecto que llevó a Álvaro Cunqueiro a bautizarla como el país de los mil ríos.
Asomarse al abrupto litoral cantábrico, donde llegan las pequeñas rías del norte gallego, Las Rías Altas, con sus magníficas playas, pueblos pesqueros y acantilados impresionantes, o visitar en las Rías Baixas las reservas naturales o los balnearios, como el de A Toxa,
deparan la excelencia del encuentro con una naturaleza inmensa e
impresionante. Es quizás por estas razones por las que el turismo rural
esté teniendo actualmente tal auge en Galicia.
El clima en el norte es templado y lluvioso, registrándose las lluvias
más frecuentes durante el invierno, con temperaturas mínimas de 5° C. En
verano se alcanzan las máximas de 15° C o 20° C. El clima en el sur,
registra temperaturas más altas que en la zona norte y dos meses de
sequía estival, durante Julio y Agosto. Esta humedad constante ha
propiciado el bello paisaje verde que le es característico, de tal
tipismo con sus pequeñas aldeas dispersas, muy próximas unas a otras.
Ahora bien, Galicia posee, además de un excelente paisaje, importantes
ciudades y pueblos con un conjunto histórico-artístico inmejorable y
puertos pesqueros de gran importancia; como el de Vigo. Conocer todos estos monumentos, su original arquitectura popular, con sus hórreos, las casas acristaladas de A Coruña,
los cruceiros que presiden las plazas de muchas de sus villas y tantas
otras manifestaciones de su arquitectura son uno de los muchos
alicientes que ofrece esta comunidad.
Su historia data de muy antiguo; la primera cultura que dejó su huella
en Galicia fue la celta, a la que le sucedió una honda romanización, de
ella quedan como legado las murallas de Lugo, el puente romano de Ourense y la Torre de Hércules.
A ésta le siguió la dominación sueva, con una repercusión
importantísima y sin parangón a la que tuvo en el resto de España. La
Edad Media gallega está marcada por el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago, que convirtió a Santiago de Compostela en una de las tres ciudades santas de la cristiandad, junto a Jerusalén y Roma y fue un foco de atracción para millones de peregrinos que llegaron desde los paises más lejanos. En esta época se forjó el Camino de Santiago o camino jacobeo, jalonado por iglesias y monasterios, que aún se pueden apreciar como herencia de la época, siendo su obra cumbre la Catedral de Santiago de Compostela.
Esta
original historia la ha dotado de profundas peculiaridades e identidad
propia, presentando una realidad tan original como fascinante. Muestra
de ello son su lengua, el gallego, idioma con una cadencia dulce y encantadora, su Derecho Foral, su folclore con raíces celtas, que tiene a la gaita como instrumento característico, una artesanía variada y peculiar, donde destaca la bella cerámica de Sargadelos y una tradición cultural viva aún hoy en sus gentes y en las múltiples romerías y fiestas populares.
La gastronomía gallega está marcada por su carácter marítimo; aquí
encontraremos los más exquisitos mariscos y pescados, preparados en
diversidad de modos tradicionales. El pulpo a la gallega y la empanada
se cuentan entre sus platos más célebres. Sus dulces tradicionales,
muchos resultado de recetas monacales, junto con sus suaves y jovenes
vinos como el Albariño o el Ribeiro hacen famosa por el buen comer a esta encantadora región.
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